10 May 2023

Remigia Echarren, de oficio… funambulista

Artes escénicas

Dicen que hubo una época en Pamplona en que a muchas gatas las bautizaron como Remigia, en honor a una equilibrista de reflejos felinos que hizo de la maroma un canto a la libertad. Esa funambulista, Remigia Echarren, fue una mujer adelantada a su tiempo que asombró a sus paisanos con sus desafíos en las alturas. Sin embargo, sus proezas cayeron en el olvido, hasta que un siglo después la actriz Tefi de Paz, paisana suya, le hizo un homenaje teatralizado que hoy además se ha convertido en un libro.

«De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación», aseguraba el escritor Jorge Luis Borges.

Y en esencia, eso es La reina del Arga, un libro que antes fue obra de teatro nacida de un ejercicio (o extensión) de recuerdo y creatividad (y también de justicia, dicho sea de paso). Y es que su autora, la actriz y payasa Tefi de Paz, tuvo que ponerse la gabardina de detective para repescar la información dispersa sumergida en las calles de Pamplona sobre Remigia Echarren, una funambulista pamplonesa de finales del siglo XIX. El resto del relato lo rellenó a golpe de inspiración.

Tefi de Paz en un momento de la obra.

Soñar lo imposible

Y estas son las historias que nos atrapan en Reikiavik Ediciones. Relatos de gente que con su simple devenir por el mundo nos hacen soñar con gestas imposibles, incluso la de atravesar ríos sobre una cuerda. Y qué mejor formato que el teatro. La reina del Arga, que sigue de gira por pueblos, ferias y ciudades, cuenta las aventuras de ‘La Remigia’o Mademoiselle Agustini, su nombre artístico, equilibrista audaz y, sobre todo, mujer en un reino de hombres como era la Pamplona de finales del siglo XIX.

Se sabe muy poco de ella, muy al contrario de coetáneos masculinos suyos de la época que sí obtuvieron reconocimiento oficial. Por eso Tefi tuvo que resquebrajar los cimientos de la memoria local y sacar brillo a los escasos hallazgos que encontraba, a los testimonios de gentes que sí oyeron hablar de ella, etc. Los huecos de su narración se rellenaron por entusiasmo y conexión cósmica.

Equilibrios felinos

Las personas desaparecen, pero su aroma queda en la atmósfera, quizá en la mirada de los gatos. Así, tras ver la obra en vivo o en papel, alguien se anime a rebautizar a su gata. «Ahora te llamaremos Remigia, o Remi, que suena más moderno». Una ‘loca’ de la cuerda fija (o floja) que llegó a cruzar las aguas a ciegas. Sí, con una capucha puesta en la cabeza y solo con el tacto de sus pies como sostén frente al abismo. La reina del Arga merecía un homenaje. Memos mal que apareció Tefi para hacerlo realidad.  

Teatro en papel

Alguien podrá argumentar que el teatro no es para leer, sino para ver. Sin embargo, la obra, antes de pisar las tablas tuvo que plasmarse en papel (o en una pantalla de ordenador). De este modo, la palabra siempre precede a la acción y en cada persona que lea el texto habrá una interpretación diferente, un sentimiento y una recreación escénica íntima. La esencia escénica está ahí, agazapada entre las páginas.

La actriz Lorena Arangoa en la versión de La reina del Arga en euskera.

Por supuesto, animamos a todo el mundo a ver a Tefi de Paz en directo porque es un animal escénico. Una bestia parda capaz de hacerte reír y llorar en apenas unos segundos. Y es que la fuerza de Tefi se multiplica al encarnar la vida de ‘La Remigia’, como si la funambulista estuviese allí mismo, junto a ella. Y entonces uno sale admirado, con el corazón en un puño por las injusticias de la vida, pero alegre por haber podido conocer una historia con alma, una historia que cala en lo más hondo.

Tiene esta obra mucho de sueño cumplido. Porque aventuras así no se emprenden si uno no tiene un gran deseo en las venas. Y hay personas, como ‘La Tefi’ y ‘La Remi’, que desde pequeñas ya miran al cielo o a los escenarios. Se imaginan volando entre las butacas, o levitando sobre plazas y tejados, materializando sus fantasías, como en los cuentos. Nosotros ya tenemos nuestro sueño cumplido: editar este relato. Hemos llegado a la otra orilla gracias a dos mujeres valientes y creativas. Pero tenemos ganas de tender más cuerdas y llegar con La reina del Arga… hasta el fin del mundo.

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