Que quede claro: Vivir la vida es ‘arriesgarse’, ¿a qué?, pues a transitar por todo lo que contiene, lo bueno y lo malo. El resto es sobrevivir, o vivir a medias. Nos gustaría permanecer siempre en las aguas tranquilas, pero eso resulta imposible. Los peligros acechan en cada tramo del camino y eso, claro, da miedito. Es una reacción natural. Lo de tener miedo, digo. Pero una cosa es sentirlo cuando procede, es decir, frente a un león hambriento o a una galerna en medio del mar, y otra es instalarse en él, como si fuera nuestro estado normal de ser y estar.
Contra esos miedos pegajosos nació Paüra, de Lucas Escobedo. Una obra de teatro que ahora en Reikiavik Ediciones publicamos en papel, dentro de la nueva colección Aplausos, y supone un ritual de sanación primero escrito y luego representado en el escenario. Y nos habla precisamente de eso, de los terrores propios y ajenos; desde los más absurdos e insignificantes hasta los más comunes y existenciales: a los bichos, a hablar en público, a la oscuridad, a la soledad… El montaje recorre un amplio catálogo donde todos nos vemos reflejados. Nadie se libra. Por eso, porque no queremos vivir con miedo, sacamos este libro.
Y es que es una lectura pertinente por los tiempos que vivimos. La reciente pandemia ha dejado un tembleque en los cuerpos bajo la sombra más aterradora de todas: la muerte. En este episodio la humanidad no encontraba escondites ni respuestas ante un ser microscópico implacable que se difundió como un chispazo por el planeta. Pero a esta le han seguido otras amenazas: la guerra nuclear, la crisis energética, el cambio climático… y también gentes que se aprovechan de la parálisis, la ignorancia y el caos. Al final, lo que está en juego es la libertad.
El miedo se ha utilizado desde hace siglos como arma de manipulación masiva. Vivir con miedo es convertirse en una víctima de las circunstancias y en definitiva quitarse poder personal. En Paüra nos enseñan que esos miedos están ahí precisamente para hacernos más fuertes y que el único modo de superarlos es abrazarlos, sentirlos y enfrentarlos. ¿Qué casualidad que este sea el método más eficaz para superarlos y en este sistema económico traten de ocultarlo?
Huir de ellos, de los miedos, no tiene sentido, pues es como tratar de zafarse de la propia sombra. Cuando te abres a sentir y te sumerges en la emoción muchas veces ocurre un milagro. Lo primero es que aquello que parecía un monstruo gigante no lo es tanto y que aquello que imaginabas no cuadra con la realidad. De ese modo, abrimos un espacio para la acción propia. Cuando me doy cuenta de que ese miedo no puede atarme a la cama recupero la libertad de movimientos. Me acudo la congelación del miedo y ya soy más libre, pues no dependo de las soluciones que otros me ofrecen, descubro recursos internos. No tengo que comprar nada. Todo está dentro. Y si tengo apoyos cercanos, mejor.
En Paüra son cuatro personajes los que tratan de lidiar con sus terrores particulares. El poder personal es un trabajo arduo, pero con la ayuda del colectivo siempre es más sencillo. Se comparten herramientas y aquello en lo que tú te ves limitado se soluciona con los recursos de los demás. Entre esos remedios del alma están el humor, la música, el baile y los rituales de sanación, entre otros. De la catarsis que se vive en el escenario uno se contagia en la butaca. Así, el público es invitado a disolver esas zonas oscuras en una ceremonia que apela a la energía del corazón, a la compasión y a lo más hermoso que poseemos los seres humanos para superar las adversidades: el Amor. Juntos somos más fuertes. Paüra nos lo enseña.
Mi mayor fobia precisamente es vivir, tengo 64 años, mis hijos están independizados, ¿ entonces, para que sigo yo viva?, he tenido varios intentos autoliticos, la muerte no me da miedo, pero ser mayor y seguir sola sí… Un saludo
Hola, Carmen. Cada persona es un mundo en sí mismo y lo primero que me sugieren tus palabras es respeto hacia tus sentimientos. No obstante, siempre pienso que somos seres únicos e irrepetibles. Puede haber alguien parecido a ti físicamente, incluso que tenga un tono de voz similar, pero nunca jamás será igual que tú y eso ya nos dice que merece la pena indagar un poco, sumergirse en uno mismo para descubrir las perlitas que llevas dentro. ¿La vida tiene sentido?, sí, pero el sentido siempre se encuentra en el interior (aunque suene a frase hecha y manida). Nunca es tarde para dar tiempo y espacio a aquello que te gusta de verdad. ¿Y cómo sé qué es lo que me gusta de verdad? Porque cuando lo haces te genera paz y alegría. Cuando generas un hueco en tu agenda para eso, entonces es posible que conectes con otras personas con intereses afines. Espero que te sirva. Un saludo!!